Una pequeña reseña sobre la leyenda de los Siete Infantes de Lara
La leyenda de los Siete Infantes de Lara tiene, sin ningún género de dudas, una base genuinamente histórica en los sucesos acaecidos en este rincón de nuestra tierra en las postrimerías del siglo X, que llenaron las historias, la poesía, el teatro y el romancero de la España entera.
El núcleo de la leyenda es el siguiente: En el último tercio del siglo X es Garci Fernández, hijo de Fernán González, el Conde de Castilla. En esta región de Salas hay dos familias nobles que tienen poder y señorío sobre tierras y hombres: Gonzalo Gustios y su esposa D.ª Sancha poseen el dominio de la Casa de Salas y tienen siete hijos, los Siete Infantes de Salas; otros nobles son Ruy Velázquez y D.ª Lambra de Bureba, señora de Barbadillo del Mercado; estas familias estaban emparentadas entre sí.
Cuenta la leyenda que en las bodas de Ruy Velázquez y D.ª Lambra salen a relucir rencillas y pendencias mientras celebraban juegos medievales, de modo que queda malherido algún vasallo de D.ª Lambra. Parece que las tensiones eran tan fuertes que D.ª Lambra hace jurar a Ruy Velázquez una cruel venganza en la familia de Gonzalo Gustios.
Es sabido que en el siglo X la frontera con los moros estaba cerca de esta tierra. Gormaz, en la línea del Duero, era la fortaleza más grandiosa de toda Europa y por ella batallaban moros y cristianos. De parte mora defendía esta línea fronteriza Galbe, estratega de confianza de Almanzor.
En una embajada del condado castellano a Córdoba, Ruy Velázquez escribe a Almanzor que mate al noble Gustios. Almanzor lo mete en prisión. Mientras tanto, en la frontera, Ruy Velázquez traiciona a sus sobrinos, los Infantes, en las tierras de Almenar, Soria; y los entrega al capitán moro, Galbe. Fueron decapitados en los campos de Araviana, Ólvega; y sus cabezas llevadas a Córdoba. Almanzor se las muestra al prisionero Gustios y lo pone en libertad. Gonzalo Gustios regresa a su casa de Salas.
Pero en Córdoba nacerá un hijo bastardo de Gustios y de la noble mora Zaida que lo cuidaba en prisión. Y un día este hijo, Mudarra, deja Córdoba y viene a Castilla a conocer a su padre cristiano y «hacer en el traidor justa venganza».